Mándame por correo la mitad de tu tristeza
para que ya no te pese.
Que tus ojos reverberen otra vez.
Y préstame la otra mitad un ratito
para conocer intensamente
esos motivos
haciendo ruido en el olvido,
y ese fuego tan taciturno sobre tu ombligo
que requiere lámpara de baterías.
Voy a soplar una brisa que arranque
de la choya una espina
para reventar tanta tristeza.
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