miércoles, 17 de noviembre de 2010

Botánica humana

Mi aroma lo hace el tiempo perdurable y aromoso; A veces broto y me estiro. El viento trae consigo un regalo de semillas para fecundarme. Me gusta. Lo repito para regalar a esta era retoños sin clasificación en la botánica humana.

Ellos dan esperanza de preservación a la tierra que los contiene. Se perpetúan los genes apasionados de veranos, de las palabras que algunos pocos piensan que más vale la pena criar entre hojas que tirar al piso caliente; de manchar la ropa de espesura cromática. La noche suspira aliviada pues habrá todavía locos que muerdan la almohada de amor, que no ignoren el consejo del grillo y amen febriles hasta con los dientes.

El ecosistema no estará falto de quienes lleven a las hormigas, compadecidos, en sus manos cóncavas y temblorosas.

martes, 2 de noviembre de 2010

Morir


Morir es un regaño para los vivos. Somos hijos de la vida y no nos gusta que nos manden a dormir.
Para el que cierra los ojos, tal vez tome la situación de otra manera:
¿ y si morir es andar desnudo de la vida? no hacerte evidente ante la gente;
tal vez morir tenga otro nombre cuando mueres.
¿Y si morir no es morir?
Hace ya tiempo que mi abuela se quitó vejez y enfermedad. Las dejó arrugadas sobre su cama. Alimentó tanto a su espíritu, que creció de más y le quedó el cuerpo ajustado. Se desvistió y le gustó la sensación del viento en su alma desnuda.
Todos lloramos a la abuelita sin abuelita,
como niños regañados.

Porqué no estuve en el fin de la función


A don Jorge Velarde

Por: Rosío Rendón
Lo que pasó es que llegué después de un mes fuera. Estaba yo como tallerista de cursos de verano en un poblado a dos horas de aquí. Antes de irme él ya se estaba recuperando porque ya caminaba mejor, ya no se agotaba casi y hasta quería ir a visitarme al pueblo.
Cuando pasó lo de su enfermedad, cuándo no podía respirar y tuvimos que ir al hospital de urgencias en la noche, en la cama del hospital él me daba indicaciones por si algo determinante y sin vuelta ocurría: los papeles importantes dónde encontrarlos, cómo quería su entierro. Al otro día ya mejor nos reímos de esto. Y de vuelta a casa nos carcajeábamos de los algodones con alcohol que se echó a la boca por goloso, creyéndolos bombones; una exuberante demostración de su enorme repertorio de maldiciones que el alcohol no suavizó. Así era él. Corajudo y fuerte, siempre masticando y compartiendo chingadamedres al prójimo. Ese era su personaje a representar, porque en realidad era una galleta: frágil y dulce; lo demostró incontables veces a sus nietos, a mí, a su familia adoptiva que lo desmoronó y al final se lanzó sobre las migajas. Me hubiera gustado estar hasta el fin, pero hubo quienes ya olían la muerte y como dicen por ahí el león y el ladrón creen que todos son de su condición, se me restringió todo contacto con él.
Como iba diciendo, cuando regresé de dar talleres fuera de la ciudad fui a verlo y ya no estaba. En su lugar había un remedo de Jorge, alguien que intentaba ser si mismo, pero le habían robado el porte, el orgullo, la dignidad. Vi a un viejecito bebé, que no podía ni hacer del baño solo, que ya no se podía dar el lujo de preocuparse por estar guapo como siempre lo hacía, porque apenas le alcanzaba el tiempo para tratar de no morirse. Con la barba de semanas, las uñas largas y la cama mojada. Quiso que me quedara con él que le ahuyentara tanta ave negra, y por una semana tubo interés por el ensure y el llano en llamas, solo que yo sola soy débil y mis hijos muy pequeños. Pensé en una enfermera de planta que ayudara pero hubo negativa rotunda y con poder de decisión que otorga la sangre. Finalmente yo no la llevo.
Pronto de vuelta al hospital y de ahí en adelante no sé. Supongo que cuando abrió los ojos y escuchó de nuevo los graznidos y vio el libro abierto dónde nos quedamos y no lo pudo alcanzar y el capítulo siguiente se quedó afónico porque no pude prestarle mi voz y a veces la sonaba campanita de miedo y ellos no acudían y la almohada se le desacomodó y no volvió a estar acomodada; cuando no encontraba el bastón ni el sentido de las cosas y no vine yo le dije el día ni la hora, y ya no me senté en el sillón frente a él solo para que viera que la casa estaba más habitada que solo de él. Cuando los niños ya no pasaron corriendo por el pasillo frente a su habitación. Entonces supongo que se le encogió el corazón, tal vez se preguntó por ultima vez, cómo tantas veces en su desesperanza y sabiendo lo que ya venía, pero para escuchar una respuesta mía, ¿y ahora qué hago? Pero nadie le leyó los ojos.
entonces mejor decidió concluir la función.

lunes, 1 de noviembre de 2010

a veces también quiero

A veces quiero recargarme un rato, hacerme frágil, quebrarme, no ir contra nada. Simplemente estar sin ser y no sentir, dejar de lado el vocabulario de poeta, que me basten rudimentarias palabras para subsistir. Solo quiero sentarme un momento y no tener expectativas elevadas, contentarme con nada. Amo ser la señora de nadie, poder dejarme caer un rato junto a una amiga de las que no se mercan, que no me cuestan horas extra y que están siempre availables.
Deseo dejarme caer y que nadie intente levantarme. Nací en este lugar donde se cuela por debajo de la puerta el “deber ser o tener”. Aquí no hay alegría que no se deba comprar porque si rompes la etiqueta el precio se te carga automáticamente. Es necesario, al parecer, ser parte de la red para que nadie se escape. A quien se siente navaja se le quita el filo, se guarda una temporada o para siempre…
Es difícil a veces porque una desearía ser un mocasín pasado de moda, ya andado. ¿Qué necesito para ser completa, para el no fracaso, para poder ser“una persona realizada”?
¿Debo aspirar a qué y para qué?
¿Será que debo recoger mi pelo, que no lo juegue el viento, habré de dejar que me monte un anillo algún señor ingeniero o un ganadero Tal por Cual, o ser la "Madamme del Affaire d´un politíque", la bonita de fin de semana y viajes de “negocio”? ¿Deberé dejar que el espíritu se acostumbre a lágrimas televisivas?
Es necesario saber de marcas, conocer los supermarkets de oferta y moda. Se les da felicidad empaquetada a los niños con señal inalámbrica. ¿Habré debido decidirme por quien me compre en Phoenix un Channel original, con visita martes y jueves, ida al antro, esperar que me “pida” para organizar meticulosa y escrupulosamente una boda fastuosa, irnos a Las Vegas, engendrar bebés Gerber………………………….. ¡NO! yo solo quiero sentarme de noche en una piedra en medio del monte, que las estrellas brillen como si estuvieran de fiesta y que los grillos muevan sus patas y vibren. Solo quiero nada, nada más que descalzarme y sentir piedritas y ramas, que el viento huela a hierba fresca de noche. No sentirme aludida. Que nada que me rodee conozca una sola palabra, que no exista el raciocinio. Quiero ser ahí y que no existan las puertas, caminar si quiero sin que haya veredas para que me abracen los arbustos.
Quiero morir y renacer de monte y de silencio.