miércoles, 17 de noviembre de 2010

Botánica humana

Mi aroma lo hace el tiempo perdurable y aromoso; A veces broto y me estiro. El viento trae consigo un regalo de semillas para fecundarme. Me gusta. Lo repito para regalar a esta era retoños sin clasificación en la botánica humana.

Ellos dan esperanza de preservación a la tierra que los contiene. Se perpetúan los genes apasionados de veranos, de las palabras que algunos pocos piensan que más vale la pena criar entre hojas que tirar al piso caliente; de manchar la ropa de espesura cromática. La noche suspira aliviada pues habrá todavía locos que muerdan la almohada de amor, que no ignoren el consejo del grillo y amen febriles hasta con los dientes.

El ecosistema no estará falto de quienes lleven a las hormigas, compadecidos, en sus manos cóncavas y temblorosas.

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