martes, 19 de octubre de 2010

El cielo envejeció de nubes. Abro la puerta principal de nuestra casa chica
su nostalgia entra en ráfaga y los muebles se empolvan.
La casa alcanza a mirar los cerros de puntitas; cómo grita el viento y le acaricia el pelo a los
mezquites. La pitahayera arrulla al hijo que regresa a esta casita que nunca ha pisado.
Si viene le tendré una mínima cama. No necesita más.

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