viernes, 29 de octubre de 2010

QUIERO

Quiero
Un cigarrito que encienda las ganas de consumir la vida
Quiero
un elote que me muestre los dientes de sonrisa vegetal
quiero
una piedra que le dé duro a todo lo que me quiebra
quiero
una nube que cubra la llamarada que calcina mi ánimo
quiero
un guante a la medida para tocar el espíritu del que escabulle la realidad
quiero
un puño de arroz para sembrarlo uno a uno y que la paciencia brote
quiero
una idea que me atraviese rápido y no se note si me muero empeñada en ella
quiero
un día en medio del montepasiónfrasedementepoema

miércoles, 27 de octubre de 2010

Nadedad

Rosío Rendón


No existe lo definitivo, lo rotundo, eso que se piensa totalmente de cierta forma no lo es tal. ¿Hay lo totalmente bueno o malo? no. Tampoco existe lo eterno. Eso que pensamos no es como lo pensamos y nunca se irá, no es así. Siempre estamos en cambio constante, en constante movimiento. Ayer no éramos lo que hoy. Hoy no pensamos como mañana.
Lo que prevalece es nada. Nada es único. No se puede dar por sentado nada en absoluto más que la certeza de que no habrá futuro igual a presente. Nada conservaremos tal cual. El dolor o la felicidad que hoy sentimos, otro día se habrá de transmutar en su opuesto.
Se ha ido. No lo habría sentido tanto como hoy si hubiera pasado antes. Pero hoy es cuando ha ocurrido así. Era el destino que quiso justo la injusticia de hoy. Por eso se fue en este momento, por eso el hueco es tan obvio como pudo no serlo en otro momento. No puedo hacer nada ya, porque se ha alejado como globo de helio que se escabulle de una mano infantil. No es justo, pero así debía ser. Por eso no viene al caso llorar. Lo que pasó ya es. Lo pensé de otra forma. Creí que si ocurría no tendría tal fin. Simulo un poco de tranquilidad, rayando en desinterés, porque no está de más ponerse el escudo. Por eso mi rostro así, sin expresión. Oculta tan bien como un arbusto esconde una mantis. Camuflajeo la llaga que me brotó en medio del espíritu. Que no se note. ¿Para qué?
Hoy amanecí llena de vacío de toda clase. Rica en no tener. Puedo bien llamarme la reina de la nada. La diosa de lo inexistente. Eso soy hoy. He intercambiado este día el cristal de mi mundo. Lo torné azul y a ratos gris, aunque no tengo nada en contra de esos colores, pero han sido etiquetados por convenciones del mundo occidental como colores de la tristeza. Es solo por eso que elijo mi cristal de tales matices. Miro a través de ellos como si fuera un sitio distinto. La gente parece falta de oxígeno, el cielo se ve preñado de agua. Mas todo es ficción pura, no hay tal cristal, ni mi ojo se ha asomado a través de nada. Incluso no recuerdo haber abierto los ojos este día, ni siquiera me he asomado a la ventana ni me consta que ya amaneció, o si he soñado este mundo del que hablo o existe en realidad.
No tengo la certeza de nada, aun menos de que sea la “nada” algo para describir lo que no hay, no hay, no hay.

todo bien

Todo bien.


Todo bien, el mundo en resumen. Son las palabras mágicas de quien se ve varado de pronto y quiere continuar la vida a la deriva.
Repite todo bien en ayunas y antes de dormir para gozar de sus efectos vigorizantes y anestésicos.
Todo bien a los que no tienen un peso en la bolsa: andarán más ligeros.
Todo bien a quien dice padecer de soledad: es ayuno de compañía, no enfermedad.
Todo bien si te enfermas, si pierdes algo o alguien;
si no eres amado, todo bien, si estás afligido, si te llueve la rutina, si tienes anemia o sobrepeso, si la vejez te llega ligera o te duele la adolescencia.
Todo bien, todo bien, todo bien.

hoy no sé

Hoy no sé. habrá luna, no se, no sé nada que antes daría por cierto.
Cuántas veces he sido, no sé, ni siquiera tengo idea de lo que seré mañana.
No tengo idea del ahora. Los grillos cantan y el canto sale de una grieta que no
veré nunca, nunca tendré idea precisa de qué generación es la que canta esta
noche en la que me acompaña como música de película dramática.
Mi gata sentada en el piso, caigo en cuenta que es una desconocida para
mí; tanto tiempo compartiendo espacio sin saber lo que piensa. Así es con las
otras personas aquí. Somos completos desconocidos. Somos como huevos que
no habrán de empollar. No sé que ave llevarían dentro. ¿Habrán alguna vez de
volar?
Yo misma, ¿volaría alguna vez o eran sueños en los que saltaba de uno a otro?
La única certeza que me queda es este vacío por dónde se cuela toda
sensación. Camino y el viento cálido que dejó el día choca conmigo.
Hoy puedo enfriar con mi espíritu cualquier beso tibio.

martes, 26 de octubre de 2010

Agosto.

En agosto salen las chicharras gritonas sin pena delatando los pasos de la lluvia. A veces mentirosas y otras casi siempre, cantan la verdad. Un pinacate, camina difícilmente; con dificultad mira al cielo y lanza una lenta y dificultosa plegaria: “D i o s m a n d a n o s l a l l u v…” ¡plas! Un chubasco de saliva, detrás pasos retozones y un viejo conjuro. Vino el chaparrón.
En agosto la tierra se aparea con el sol y preñada le crecen senos de sandía.
Besa al cielo y su saliva sabe a mar. Está tendida la tierra, a veces fogosa y en otras se pone su velo de luto nocturno porque no sabe quién ha muerto, o porque ya no escucha nuestro bullicio y entonces le da sueño. Se arrulla con el silencio. Es cuando los novios se roban a las chicas, tirándole una piedra a la ventana, con la complicidad de los grillos, por las actuales noches de agosto, como en agostos de antaño.
El sol inicia su jornada y la tierra se despereza enjuagándose la cara con el rocío de la mañana.
En la ciudad agosto se viste de energía. Desde temprano los autos andan por donde les da la gana y la gente aprovecha el raite. Listones de chapopote y gravilla, como un comal caliente le cocinan los pies a los ocurrentes que se van descalzos por el refresco de mediodía. Nos escodemos de los regaños del sol en nuestras casas y subimos el volumen al estéreo o a la tele.
Pero agosto ha de acabar lo mismo en el monte o en la ciudad y se irá lento, como los viejos sabios, sin prisa, porque conocen que de cualquier forma, en otro ciclo habrán de volver
Tan pronto como lo pienso lo desvanezco para que no encuentre camino de vuelta, igual que se hace con las huellas del caminante en el desierto; que no haya vuelta atrás, porque deberá orientarse al mismo bosque inicial. Cactus y choyas me envolverán en un círculo para que se quede lejos eso que pienso.
No será entonces más que un espejismo en un camino desolado.
Esta es la noche que no debía: los grillos se quedaron dormidos, la música no pide permiso: los amores son de cemento.
Los rincones se llenan de palabras-escombro que la escoba no alcanza. Los había escondido bajo la alfombra que siempre quise tirar y no se pudo, la que pegaron con pegamento que de tanto oler causa aparecidos.
Sola, el té que absorbo como última esperanza de sentir calor se va corriendo para dentro y ya busca la salida. El corazón tiene un hoyo y el taller cerrado por domingo en el día que no debía.

viernes, 22 de octubre de 2010

¿Dónde estás prenda querida?

Rosío Rendón

¿Dónde estás prenda querida? Cantaba la chilena Violeta parra a su amado Gilbert Favré, una de tantas canciones que compuso al amor que se fue. El tema del adiós se repite incontablemente a través de la historia de la humanidad en versos de canciones y poemas, se plasma en pinturas y el espíritu de todos y cada uno de los seres que han pisado este mundo desde su inicio hasta este momento.
Todos perdemos algo en algún momento de nuestra vida: un juguete, un calcetín, una joya, en fin, hay toda una variedad de objetos en nuestras vidas que desaparecen sin decir adiós. Existen los creyentes que rezan conjuros al ánima de la basura, pero qué opción tienen los que sufren de desgano, los que pierden el ánimo, ¿existe el ánima del ánimo? ¿Habrá un conjuro tan poderoso que haga recuperar las ganas de vivir de quien ha perdido algo esencial en su vida, su espíritu? No creo. Experimento y me pongo a mirar a la gente que transita por la calle. Miro sus ojos y trato de adivinar: ¿es un ser completo? En su mayoría, los ojos evidencian ese descontento, la injusticia que el destino cometió al ponerle en algún momento a la persona que parecía ser el fin del calvario del amor. No. No. Resultó que no. Y lo conjuros para el malestar que deja el veneno del aguijón del desengaño no existen y tampoco puede uno hacer uso de los servicios médicos e ir al área de urgencias del hospital, porque simplemente a ninguno de tanto intelectual humano se le ocurrió un suero para el corazón engarrotado.
Están los poetas, que con su mezcla de palabras mágicas exudan el veneno inútilmente, con el consuelo de alcanzar a la muerte cada día con la escalera del verso. Se cuentan varias historias de poetas y otros artistas moribundos que se desgastan en creatividad. Se dice de la poeta que a través de su vida miraba el cielo y solía contar de vez en cuando alguna estrella fugaz. Eran para ella cosa de nada porque las estrellas fugaces abundan en el universo y atraviesan el cielo como los autos en las calles, solo que la noche las oculta a casi todas con su pañuelo negro. Se cuenta que así un día volteando arriba algo iluminó de pronto su rostro y ese resplandor se propagó por todo su cuerpo, entonces se consideró a sí misma el ser más feliz, no solo de la tierra, del universo completo. Era un cometa (sabrá usted que los cometas visitan el cielo terrestre casi cada siglo). Entonces de la poeta nacieron frases que muchas veces se tragó por considerarlas tan hermosas que quiso conservarlas en su mente. Así fue como se intoxicó de amor y poesía; no tomó en cuenta que tanto brillo resulta peligroso, porque es aun más venenoso que las estrellas fugaces, además los cometas, así como esas estrellas se van y nunca vuelven. Jamás se repiten en una vida. Dicen que la encontraron de noche por los residuos del resplandor del cometa, hinchada de poesía, cuenta la gente.
Todos sentimos enorme desconsuelo por saber que eso amado, sea ser u objeto, no volverá ya. No será tangible ante nuestras manos y estará al alcance de quién sabe qué otra persona de dudosa fiabilidad a quien seguramente, por celo adjudicaremos los peores defectos. No todos somos poetas, no todos tenemos la posibilidad de exaltar nuestro dolor de extravío con frases estéticas y medicinales. Perder algo en nuestras vidas nunca deja de ser doloroso. Pero es decisión individual el convertir esta experiencia en una cola larga y pesada que arrastrar hasta el fin y que se atora y no nos deja andar por el mundo, o puede ser una lección de la vida, porque a diario perdemos algo sin darnos cuenta, mas hay pérdidas grandes que nos marcan.

miércoles, 20 de octubre de 2010

DENTRO

Aquí dentro el mundo se pausa, todo es cajones entreabiertos, mesa enmarañada; el aire que se mete por la nariz anda autómata por la casa. El sillón cojea inerte, abuelo, acoge en sus rodillas dadivoso da sorbos de descanso. Aquí es donde se acaba el algarabiado día, le cerramos la puerta en las narices al barullo de la calle
y silencio.
Dentro, más dentro, no siento el cauce. Microsegundos separan al siento del pienso. Soy una pitonisa del ahora con mis ojos vidriosos. Es tal lo real y no le queda el disfraz que le doy. La pintura es invisible al espíritu, y hay tantos jardines que mi flor no es única y mucho menos sufre de complejo egocéntrico
¡Cómo lo siento!

la noche más triste que yo

La noche está más triste que la plantita que olvido regar
en casa
la que está más triste que los grillos que rasgan con sus patas
el viento
que está pasivo, cansado de andar lo detiene
la piedra
que se enrosca para no sentir la patada que le da
la gente
que en sus casas se esconde por no mirar
el cielo
que está de humor negro porque es melancólico
el otoño
que se adelanta por saberse
en octubre
En esta noche casi tan triste
como yo
que solo pienso
tus ojos
miel.

martes, 19 de octubre de 2010

BENHUR

Amo las colmenas que son tus ojos,
Mi corazón tiene clavado un aguijón:
Es cosa de nada enamorarse de tu mirada.
Tus labios son una trampa para emboscar a mi lengua
y tu olor es el señuelo.
Voy a sembrar mis besos en cada poro de tu cuerpo
y crecerán frutos casi tan dulces
como la miel que fluye de tu mirada.
El cielo envejeció de nubes. Abro la puerta principal de nuestra casa chica
su nostalgia entra en ráfaga y los muebles se empolvan.
La casa alcanza a mirar los cerros de puntitas; cómo grita el viento y le acaricia el pelo a los
mezquites. La pitahayera arrulla al hijo que regresa a esta casita que nunca ha pisado.
Si viene le tendré una mínima cama. No necesita más.

mira

Un zopilote mira
¡Cómo mira! tiene su ojo en la mira
Y ve tú, amor, lo que nadie observa.
Es presagio tal vez del fin de la razón.
No puedo pensar sino que soy una posibilidad;
algún día seré lo que su apetito quiera,
mas por lo pronto mi corazón es un enorme canapé.